A principios del siglo XIX, cuatro localidades, Trigueros, Huelva, Ayamonte y Moguer, se disputaron eregirse como la capital de la provincia. Tras un gran debate provincial en 1822, donde cada una de ellas defendió sus argumentos, Huelva salió elegida por las razones de peso que presentó. Hasta ese momento, Trigueros actuó como cabeza de partido judicial de toda la provincia.
Cuando se ensayó por primera vez la Diputación en el año 1822, durante el trienio Liberal, tras el sexenio absolutista de Fernando VII (1814-1820), la cabezera de Partido de la provincia era Trigueros, “si todo hubiera seguido así hoy en día la provincia se llamaría Trigueros, en vez de Huelva, y su capital sería lo que es en la actualidad la localidad triguereña”, especifica José Luis Gozálvez, historiador del Area de Cultura de la Diputación de Huelva, quien apunta que la idea no fructificó “porque Trigueros no reunía la infraestructura necesaria para albergar una capital de provincia”.
Desde Madrid se acotaron a un criterio de centralidad. Buscaban una población que estuviera lo más céntrica posible de todos los territorios, que tuviera unas mínimas calidades. “Madrid vio el mapa, y la que reunía todas esas condicionantes era Trigueros, por lo que llegó a ejercer como capital del partido, no como capital de provincia, pero ese era el primer paso para convertirse como tal”, explica Gozálvez.
No obstante, la elección de la capital no fue un asunto baladí, pues ésta podía cambiar el devenir de la localidad que fuera elegida. Por tal motivo, se originó una importante pugna por la capitalidad de esta provincia. “Se diputaron ser la capital de la provincia, lo que conllevaba también bautizarla con el mismo nombre de la elegida, las localidades de Huelva, Ayamonte, Trigueros y Moguer, como lo atestiguan unos escritos fantásticos que reivindicaban el porqué debía ser la capital de cada sitio”, remarca, glosando los autores de estos textos, que sólo se conservan tres los de Huelva, Ayamonte y Trigueros.
El de Ayamonte fue escrito por “por el padre de Roque Barcia, un revolucionario extraordinario y poco conocido que llegó a ser el presidente del Cantón de Cartagena. Antonio Delgado que fue una eminencia en el campo de las antigüedades y de la arqueología defendió a Trigueros”, relata.
Quien luchó por Huelva fue el personaje menos conocido, un coronel, natural de la localidad, llamado Juan López Domínguez, que escribió un texto no sólo acertado, “sino muy escrito y mejor argumentado. A los otros dos les movió más la pasión que la razón; En el de Domínguez ganaron las razones al ser argumentada y avalada con una documentación importante”.
Al final desde Madrid, se decantaron por Huelva. No obstante este proceso se encontró con varios obstáculos. La figura de las constituciones se establecen en la Constitución de Cádiz, pero como la vigencia de la Constitución es mínima, ya que Fernando VII abolió esta primera ley de Leyes. El tema se recuperó en el trienio Liberal, (1820-1823) cuando lo liberales dan un golpe de estado y toman el poder. El resurgir de estas instituciones provinciales tenían como objetivo el sustituir el entramado jurídico, administrativo y territorial de la monarquía, nobleza y el clero. “Es la manera en la que se traslada el régimen político liberal a los territorios. Las diputaciones se deben al constitucionalismo y al liberalismo. Y de hecho en este trienio se constituyó la primera Diputación de Huelva, que sólo duró meses, porque cuando Fernando VII llama a los cien mil hijos de San Luis, disuelve las diputaciones y los diputados de Huelva ‘despavoridos huyeron hacia Portugal llevándose toda la documentación’, como reza un texto apasionante”, rememora Gozálvez.
En ese trienio, y más concretamente en 1822, es cuando ya se establece que la capital de la provincia sea Huelva, porque es cuando tiene lugar el gran debate provincial sobre qué ciudad, de las cuatros candidatas, debe ser la capital”, apunta, especificando que en el mismo periodo en el que se estaba gestando cuales deben ser los partidos judiciales, tuvo lugar este debate, que originó que una de las reivindicaciones de los vecinos de esta provincia se cumpliera: tras la designación de la capital y provincia, ésta se separó de la provincia de Sevilla.
Salud y República.
Cuando se ensayó por primera vez la Diputación en el año 1822, durante el trienio Liberal, tras el sexenio absolutista de Fernando VII (1814-1820), la cabezera de Partido de la provincia era Trigueros, “si todo hubiera seguido así hoy en día la provincia se llamaría Trigueros, en vez de Huelva, y su capital sería lo que es en la actualidad la localidad triguereña”, especifica José Luis Gozálvez, historiador del Area de Cultura de la Diputación de Huelva, quien apunta que la idea no fructificó “porque Trigueros no reunía la infraestructura necesaria para albergar una capital de provincia”.
Desde Madrid se acotaron a un criterio de centralidad. Buscaban una población que estuviera lo más céntrica posible de todos los territorios, que tuviera unas mínimas calidades. “Madrid vio el mapa, y la que reunía todas esas condicionantes era Trigueros, por lo que llegó a ejercer como capital del partido, no como capital de provincia, pero ese era el primer paso para convertirse como tal”, explica Gozálvez.
No obstante, la elección de la capital no fue un asunto baladí, pues ésta podía cambiar el devenir de la localidad que fuera elegida. Por tal motivo, se originó una importante pugna por la capitalidad de esta provincia. “Se diputaron ser la capital de la provincia, lo que conllevaba también bautizarla con el mismo nombre de la elegida, las localidades de Huelva, Ayamonte, Trigueros y Moguer, como lo atestiguan unos escritos fantásticos que reivindicaban el porqué debía ser la capital de cada sitio”, remarca, glosando los autores de estos textos, que sólo se conservan tres los de Huelva, Ayamonte y Trigueros.
El de Ayamonte fue escrito por “por el padre de Roque Barcia, un revolucionario extraordinario y poco conocido que llegó a ser el presidente del Cantón de Cartagena. Antonio Delgado que fue una eminencia en el campo de las antigüedades y de la arqueología defendió a Trigueros”, relata.
Quien luchó por Huelva fue el personaje menos conocido, un coronel, natural de la localidad, llamado Juan López Domínguez, que escribió un texto no sólo acertado, “sino muy escrito y mejor argumentado. A los otros dos les movió más la pasión que la razón; En el de Domínguez ganaron las razones al ser argumentada y avalada con una documentación importante”.
Al final desde Madrid, se decantaron por Huelva. No obstante este proceso se encontró con varios obstáculos. La figura de las constituciones se establecen en la Constitución de Cádiz, pero como la vigencia de la Constitución es mínima, ya que Fernando VII abolió esta primera ley de Leyes. El tema se recuperó en el trienio Liberal, (1820-1823) cuando lo liberales dan un golpe de estado y toman el poder. El resurgir de estas instituciones provinciales tenían como objetivo el sustituir el entramado jurídico, administrativo y territorial de la monarquía, nobleza y el clero. “Es la manera en la que se traslada el régimen político liberal a los territorios. Las diputaciones se deben al constitucionalismo y al liberalismo. Y de hecho en este trienio se constituyó la primera Diputación de Huelva, que sólo duró meses, porque cuando Fernando VII llama a los cien mil hijos de San Luis, disuelve las diputaciones y los diputados de Huelva ‘despavoridos huyeron hacia Portugal llevándose toda la documentación’, como reza un texto apasionante”, rememora Gozálvez.
En ese trienio, y más concretamente en 1822, es cuando ya se establece que la capital de la provincia sea Huelva, porque es cuando tiene lugar el gran debate provincial sobre qué ciudad, de las cuatros candidatas, debe ser la capital”, apunta, especificando que en el mismo periodo en el que se estaba gestando cuales deben ser los partidos judiciales, tuvo lugar este debate, que originó que una de las reivindicaciones de los vecinos de esta provincia se cumpliera: tras la designación de la capital y provincia, ésta se separó de la provincia de Sevilla.
Salud y República.
Una información muy interesante Abel, nuestro pueblo goza de una riqueza histórica que muchos desconocen y sin saber de donde venimos difícilmente sabremos hacia donde debemos ir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues si Fran, yo ya había tenido ocasión de leer sobre el tema, no me acuerdo muy bien pero hubo una edición de otro periódico que hablaba del tema no hace mucho, lástima o suerte, según se mire, pues ahora tendríamos mayor envergadura cultural, logística y laboral o, estaríamos más alejado socialmente hablando, ya se sabe, las capitales y grandes poblaciones no tienen la suerte de tener una cercanía en cuanto a vecindad y amistad como con la que contamos nosotros, a veces para bien, otras para mal pero, aquí, nos conocemos todos/as y eso, hace que seamos un poco más sensible con el prójimo, al menos, eso pienso yo. Saludos y espero te vaya bien en el curro.
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